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Alias El Mexicano Capitulo 73

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Gonzalo Rodríguez Gacha sale de su pueblo con el orgullo lacerado cuando la mujer sobre quien puso sus ojos lo trato de mentiroso por haberle regalado una piedra que se hacía pasar por esmeralda. En las minas de esmeralda encuentra una gema legítima que en vez de llevar a la quimérica amada le sirve para comprar su primer cargamento de marihuana en La Guajira colombiana. Al ver el negocio que se abría ante sus ojos Gonzalo Rodríguez Gacha entiende que el consumo de droga en los Estados Unidos solamente se puede satisfacer con el montaje de una cadena de producción industrial que se origina en los llanos de Colombia y que en menos de 5 años se convierte en el núcleo de una multinacional de venta de cocaína con alcance mundial.

Un nuevo reto asume RCN TV con Alias El Mexicano que se estrena hoy. Después de la gran acogida que tuvo su serie Los tres caínes con raiting de más del 12%, pero muy cuestionada por las víctimas pues los hermanos Castaño aparecían como los héroes que debe tener legítimamente cualquier culebrón, ahora se nos promete algo distinto.

Según Mauricio Navas, el libretista, en esta propuesta Gonzalo Rodríguez Gacha “no será un personaje pintoresco con el que el televidente se sienta identificado, sino un hombre aborrecible y sin escrúpulos a través del que se cuenta una catástrofe y se hace una crítica mordaz a la sociedad”Sin embargo el escritor en el especial periodístico previo al estreno, no adelantó nada en que consiste esa diatriba contra el establecimiento que al fin y al cabo dio nacimiento a estos monstruos que arrasaron con media Colombia.

Llama de nuevo la atención que los realizadores de estos seriados no se casen definitivamente con el documental histórico para develar a fondo las causas de las trampas del horror que ha padecido el país y se escuden otra vez en la fábula.

Alias El Mexicano no es una serie de historia, sino un drama de ficción, basado en una investigación periodística, declara Mauricio Navas: “El Rodríguez Gacha que yo escribí es un símbolo de una forma de pensar que estoy convencido que todavía existe. La forma de pensar en la que valores como la lealtad, el compromiso con la sociedad, con la ley, con las instituciones no existe. Sólo existe el interés personal de satisfacer mi capricho existencial momentáneo”, concluye el escritor.

Discutible lo de satisfacer los caprichos personales cuando lo que estaba en juego, y aún lo está, eran los inmensos intereses de sectores de poder, ligados al narcotráfico, bien atornillados con la inicua distribución de la tierra, germen ese sí de la tragedia colombiana.

Fiesta Gacha

Desde siempre sabemos que la realidad supera la ficción y más en un entorno como el nuestro marcado por el surrealismo. Entonces salir de nuevo con personajes ficticios que nos deben a la fuerza retrotraer a los que fueron de verdad, se convierte en un ejercicio encubridor como vimos en Los tres caínes. Donde unos llevan nombre propio y otros se escudaban en remoquetes sin asidero.

Semejante puesta en escena no contribuye a que las imágenes y sobre todo las emociones, pues los seriados de la televisión apuntan al alma del espectador, a sus sentimientos más primarios, den todos los hachazos en las raíces del árbol de la verdad.

Una verdad que debe abrirse paso con todas sus minucias ahora que ella reclama su lugar en este proceso que se ha abierto destinado a poner fin al enfrentamiento armado entre los colombianos y cuyas causas es menester que se pongan en la mesa.

Con toda razón Isis, la reportera encarnada por Flora Martínez, indica que la serie “es un homenaje que le hacemos a los periodistas de este país, a esas personas que están indignadas, que buscan la verdad, que no soportan la corrupción, que van más allá, que no tiene paz hasta que salga a la luz la verdad”.

Se trata también de un homenaje a la revista Semana que aparece en la serie a través de Isis. La revista se ha apresurado a decir que su presencia en la novela “obedece al deseo de los creadores de hacerle un homenaje al periodismo en general, al valor que han tenido sus denuncias para la preservación de la democracia, labor que por supuesto no es exclusiva de este medio”.

Muchos órganos de expresión hubieran querido verse reflejados en esta historia. Como el semanario Voz, por ejemplo. Que denunció todo el tiempo a El Mexicano e incluso rebeló en forma exclusiva, lo que causó enorme revuelo nacional, las conexiones de Gacha con varias dependencias castrenses a través de números telefónicos y que correspondían a militares de alta graduación de la XVIII Brigada implicados en el asesinato del presidente de la Unión Patriótica, Jaime Pardo Leal, pocos meses después de su asesinato el 11 de octubre de 1987.

Rodríguez Gacha fue uno de los impulsores del genocidio de la UP y según el avance del seriado la denuncia de estos crímenes, incluido el del jefe del movimiento, se presenta crudamente y como parte de las guerras que libró contra la extradición, el cartel de Cali, el Nuevo Liberalismo, las FARC y sectores del Estado, pero sobre todo contra inermes sectores de la sociedad con miles de víctimas.

“El Rodriguez Gacha que yo escribí es un símbolo de una forma de pensar que estoy convencido todavía existe. La forma de pensar en la que valores como la lealtad, el compromiso con la sociedad, con la ley, con las instituciones no existe”, añade Mauricio Navas.

Pero habrá que preguntarse si se trata solo de una forma de pensar. Abatido El Mexicano en diciembre de 1989, en estos 24 años que han pasado este otro “Patrón del mal” se ha multiplicado en pensamiento y acción por doquier. Causando esta Medusa tantos y peores males al país a través de los minicarteles sin fin de los Rastrojos, Urabeños y las mal llamadas Bacrim que no son otras cosa que el poder paramilitar entroncado, como en el pasado, con instancias Estado.

Se trata entonces, de un problema estructural que permea a toda la sociedad. “El Cartel de Medellín en la época de Escobar, el Clan Ochoa, Rodríguez Gacha y otros menores, alcanzaron su poderío en los años ochenta, sobre todo gracias a la alianza con políticos y autoridades regionales y con mandos importantes de las fuerzas armadas”, señaló en agosto de 2012, en un agudo artículo sobre la serie Escobar, El patrón del Mal, Camilo González Posso, director del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación.

Y culminaba la nota diciendo que “no se le puede exigir a una telenovela que haga historia. Pero sí advertir contra la tentación de convertir a Pablo Escobar en otro basurero de toda las atrocidades, pues se corre el peligro de lavarle la hoja de vida a muchos protagonistas del horror”.

Esperamos con gran interés que esto no suceda en el propósito de Alias El Mexicano y por el contrario, entre a hacer parte, como dicen sus creadores, de una memoria ejemplarizante.
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